martes, 11 de marzo de 2008

sábado, 7 de julio de 2007

NEOPOLÍTICA

Política es una palabra de etimología griega i viene a traducirse como “aquello relativo al ordenamiento de la ciudad; el proceso, la actividad, la organización, la toma de decisiones para la consecución de unos objetivos provechosos para el grupo”. Si queremos entender bien la dimensión del concepto concreto de política deberíamos cuestionar profundamente esta definición: Seria política sólo aquello relativo a la ciudad? Quién o qué determina el grupo al que se dirigen los objetivos? Cuales son estos objetivos comunes y quién los determina? Qué es provechoso para el grupo actual? Debemos pensar en el grupo futuro? Y quién determina qué es lo “provechoso”?. Hacer política requiere pensar, …y pensar en los demás, ésta es la base.

Imaginemos pues una verdadera política, muy distante a la que los políticos actuales nos tienen acostumbrados. Pongamos llamarla Neopolítica. Sus raíces tomarán fuerza de todas las sociedades civiles, especialmente de las democráticas, …y concretamente de ese movimiento llamado altermundista, que pese a mantenerse en una línea acción apolítica, como fruto de una evolución natural, redireccionará sus fuerzas posicionándose en la vida política de las comunidades. La nueva consigna será: Otro mundo es posible, una nueva política es necesaria.

Probablemente algo parecido están proponiendo las siguientes celebridades del activismo intelectual alternativo:
José Bové (líder mundial antiglobalización), se presentó las pasadas elecciones presidenciales francesas obteniendo 483.008 votos (un 1,32% de la participación en la primera ronda).
Rigoberta Menchú (indígena y Premio Nobel de le Paz en 1992), se presenta a las elecciones presidenciales del próximo septiembre en Guatemala con un nuevo partido llamado Winaq (que en lengua quiché significa equilibrio e integridad).
Dario Fo (Premio Nobel de Literatura en 1997), con sus 81 años se erige portavoz de los okupas y se presenta a la alcaldía de Milán con un discurso contundente y lúcido.
En las acciones políticas de estas personas se reconoce la intención sincera de empezar a curar las heridas del mundo, y también la aceptación de la responsabilidad que tienen aquellos que pueden influir sobre la mentalidad de algunos para el beneficio de todos.

Quien quisiera empezar a hacer Neopolítica debería basarse en estos cuatro pilares:
Unos ideales elevados. El pragmatismo que impera en el materialismo nos conduce a la miseria intelectual i cultural. La cura a esta lacra es el poder de la acción desde una visión ideal superior. Es la fuerza de los ideales el génesis de todas las revoluciones sociales. ¡La conciencia al poder!.
Una actuación local, y si puedes, un pensamiento global. Vivimos en una ciudad o pueblo, …y también en un planeta, actuemos pues desde este punto de conciencia. Seamos cada uno políticamente responsables de nuestro entorno.
Una participación política activa. Abstenerse de la política municipal no es posible, y votar cada cuatro años no puede ser la única acción política que la democracia nos permita. Si hay tanta abstención es porque no llegamos a entender qué es la política. Podemos deshacernos de los posicionamientos políticos caducos, como el de las izquierdas y las derechas, que sólo dividen a las sociedades. Debemos encontrar partidos políticos con nuevos valores que nos identifiquen, e implicarnos activamente; y si no encontramos ninguno, pues creemos los partidos que nos identifiquen. Es una obligación de los despiertos ser protagonistas de los cambios que se han de producir.
Un concepto trascendental de la política. Sin una concepción espiritual del ser humano, no hay ética ni civismo aceptables. El uso dogmático de las religiones puede llegar a dividir, pero la esencia espiritual nos une a todos. Necesitamos una nueva política basada en la unidad y no en la lucha de clases, basada en el respeto de las diferencias y no en la imposición de las igualdades, basada en la trascendencia de las acciones sin apelar a las morales subjetivas, donde cada uno pueda realizar su propio camino personal.

La reforma de la política es un proceso imparable. La adicción al poder de los políticos es una enfermedad curable. La falta de autoestima de los votantes, que creen que no pueden cambiar nada, también se puede sanar. Transformar nuestra tullida zombicracia en una democracia real requiere resucitar a una nueva vida, requiere un cambio personal y social. Estamos preparados, sólo hay que comenzar a caminar.